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2014 Del fragmento a la pieza: redes sociales, conocimiento rizomático y la necesidad de escribir con lápiz



En el año 2011 Alejandro Piscitelli (sí, él una vez más) se quedó estupefacto cuando nos conocimos y supo que la única tecnología de que disponía para conectarme con el mundo exterior era mi correo electrónico. Por entonces yo no tenía Facebook, ni Twitter, ni por supuesto se me ocurría escribir un blog. Cuando Alejandro se enteró de estas ausencias, me miró fijamente y me dijo: “La suerte solo llama a quienes están conectados”, así que desde esa misma tarde me creé mi perfil de FB, mi cuenta de Twitter y un poco más tarde abrí mariaacaso.es
   
Las redes sociales entraron en mi vida profesional y cambiaron muchas cosas, de las que la más importante era, sin lugar a dudas, que mis estudiantes y yo éramos más listos y aprendíamos más. Esto ocurría porque dichas redes introducían una serie de cambios sustanciales en nuestro aprendizaje, siendo el primero de ellos que dichas redes potenciaban un tipo de aprendizaje menos jerárquico ya que su propia estructura rizomática, sin centro definido, desestructuraba la transmisión lineal y vertical. Resultaba que, gracias a la información que la comunidad de aprendizaje subía a FB, yo aprendía un montón de los alumnos, los alumnos entre ellos y todos nosotros de personas que no conocíamos y cuya información remezclábamos. Además, era especialmente rico el conocimiento que generábamos a través de contenidos considerados como no académicos (vídeo clip, series y todo aquello incluido dentro del concepto de baja cultura) y que además llegaba hasta nosotros desde formatos audiovisuales.  

Otra de las grandes ventajas que posibilitó esta incorporación fue la rotura espacio temporal: de repente podíamos aprender en todas partes y a cualquier hora. El aula se expandía redefiniendo el concepto lugar y el concepto tiempo y, fundamentalmente gracias a Twitter, compartíamos lo que estaba pasando dentro de las cuatro paredes con aquellas y aquellos que estaban en el exterior anulando la privacidad de la matrícula. Y además, resultaba que nos divertíamos más: las redes sociales hacían que nos conociésemos, paradójicamente, de manera más profunda, que lo biográfico se colase en la experiencia y que los afectos y el humor fuesen una constante en nuestros contactos, tanto virtuales como presenciales.   


Todos estos temas son los que trabajamos el pasado sábado 22 de Febrero en la sesión número tres de la Escuela de Educación Disruptiva de Fundación Telefónica, que, tal y como ocurrió con la sesión anterior y el uso de los dispositivos móviles como herramientas de producción, versó sobre herramientas que tienen vetado su uso en el aula y al mismo tiempo desarrollan una presencia cada vez mayor en el mundo exterior. Nuestro interés era debatir cómo el uso de Twitter, FB, Linkedin, Tuenti, blogs, wikis, Delicious, Pinterest, Vine, pueden transformar el aula en un lugar más democrático, más visual, expandido y más emocionante. Para ello contamos con tres profesionales de la educación apasionados de la rEDUvolution y de las posibilidades de cambiar el formato, entre otras cosas, a través de las redes sociales.  


El primero de ellos fue César Poyatos que, como él mismo aclaró al principio de su participación, trabaja en el Planeta ESO. Tras la breve presentación de apertura de la sesión, César explicó a la audiencia cómo había diseñado una serie de detonantes (agitadores mentales diseñados por David Perkins del Proyecto Zero) para que se desarrollasen a lo largo de la sesión. El primero de ellos tenía por nombre “Tres dos uno puente” y consiste en una dinámica en la que hay que pensar tres ideas, dos preguntas y una imagen que compartes con quienes tienes al lado…. 


Tras este primer detonante comenzó la charla de Antonio Rodríguez de las Heras (www.ardelash.es) catedrático de Cultura Digital en la Universidad Carlos III de Madrid y uno de los comunicadores más maravillosos que he tenido la suerte de disfrutar en mi vida. Antonio, como no podía ser de otra manera, comenzó con una metáfora de inicio que sacudió nuestras cabezas: la megalópolis, un lugar donde los habitantes derriban los edificios para crear plazas en las que relacionarse de una manera diferente: creando corrillos. La plaza que describía Antonio era una plaza llena de rumores y sin atriles ni púlpitos, una plaza donde la clave es la circularidad de los corrillos, su flujo horizontal, el placer de la charla. Son círculos pequeños que animan al trasiego: la gente entra, se va a otro corillo, vuelve mientras la comunicación fluye.  

Las redes sociales son, según Antonio, los lugares desde donde estamos reinterpretando la oralidad contemporánea, donde estamos dando nuevos usos a la información de carácter efímero ya que actuamos en ellas de la misma manera que como actuamos cuando hablamos. Son lugares donde lo fundamental es retuitear, que haya eco, donde el sentido se logra cuando repetimos y donde esa reapropiación, por parte de los demás de la información generada por uno mismo, se entiende como un éxito y no como un plagio. 

De la plaza, Antonio continuó hasta la pieza, desarrollando otra metáfora maravillosa al poetizar sobre la diferencia que existe entre el fragmento y la pieza: mientras que los fragmentos son trozos de información que solo se pueden recomponer hasta volver a montar una estructura dada, las piezas son pedazos que pueden dan lugar a una estructura nueva. Mientras que quien trabaja por fragmentos tiene en mente la imposibilidad de que se genere información distinta a la suya, quien trabaja por piezas lo que quiere es que los receptores sean capaces de transformar dicha información en otra diferente. De manera muy similar a como comentan Deleuze y Guattari, la pieza no tiene “general”: 

“El rizoma procede por variación, expansión, conquista, captura, inyección. Contrariamente al grafismo, al dibujo o a la fotografía, contrariamente a los calcos, el rizoma está relacionado con un mapa que debe de ser producido, construido, siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con múltiples entradas y salidas, con sus líneas de fuga. Contrariamente a los sistemas centrados (incluso policentrados) de comunicación jerárquica y de uniones preestablecidas, el rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no significante, sin General, sin memoria organizadora o autómata central, definido únicamente por una circulación de estados” (Deleuze y Guattari, 2008:49). 



Mientras que la educación tradicional, fuertemente anclada en el paradigma del texto escrito y del examen, trabaja con la idea de fragmento, como si la información fuese una adivinanza que tiene que recomponer el estudiante, en la educación disruptiva trabajamos desde de la idea de pieza a partir de la cual creamos piezas más grandes. El fragmento implica una condena, la imposibilidad de recombinar. Quien trabaja por fragmentos desea un reflejo de su discurso; quien trabaja por piezas lo que desea no es solo la reapropiación de su discurso, sino la transformación de su discurso en el discurso del otro, con toda la riqueza de la singularidad, la creatividad y la remezcla que este proceso conlleva. 


Tras la participación de Antonio y el segundo detonante diseñado por César, llegó Tíscar Lara (http://www.slideshare.net/tiscar/educacin-disruptiva-y-redes-sociales) para establecer una nueva metáfora y edificar las conexiones entre las redes digitales y las redes humanas. Comenzó conectando las redes sociales con el concepto intraemprendimiento y la figura del docente in-prendedor, ese docente que, en vez de quejarse, hackea el aula y miente al inspector, genera sus propios materiales y se entiende como coach, DJ y community manager. Tíscar hizo hincapié en uno de los problemas educativos más graves de entre los que nos rodean, la ausencia de formación del profesorado válida para estos docentes que quieren hacer la #rEDUvolution y cómo entonces, muchos de ellos crean redes de conocimiento no institucionales y se agrupan en organizaciones como AULAblog, desde donde generan e intercambian de manera libre sus propios contenidos, herramientas y metodologías. Tíscar nos habló de profesores edupunk y edupop que trabajan por PBL (Project Based Learning y Problem Based Learning), docentes que transforman las asignaturas en proyectos viviendo la docencia como un desafío efervescente. 

Tras la comida, le llegó el turno al Taller de Conocimiento Rizomático diseñado por César quien en esta segunda parte del día, tuvo tiempo para contarnos algo más de su biografía http://prezi.com/cjxoqxhjornx/educacion-disruptiva/. Lo más interesante de su trabajo es que ilustra en la práctica todas las ideas de Tíscar y el decálogo completo de la #rEDUvolution: es un profesor in-prendedor, súper motivado y apasionado, que concibe cada curso como un proyecto donde sus estudiantes se sitúan al mismo nivel que él. Mediante la Ecogymcana pasando por Physics on the go o QR-elements, los usos de la tecnología en la docencia de César se vuelven vivos entendiendo la información como piezas, como cuando sus estudiantes deciden hacer un viaje y la guía de la ciudad a la que se dirigen la convierten en una aplicación creada por ellos mismos.   

El taller nos posibilitó aprender desde el formato, desde la arquitectura de transmisión diseñada por César en la que todos los participantes nos dividimos en grupos y transformamos en piezas más grandes las piezas pequeñas recogidas a lo largo de la sesión. Terminó el día con un debate generado a partir de las preguntas más votadas en el taller (¿Cómo afrontar la infoxicación?), así como con un escaparate de los vines realizados por Clara Megías, entendidos como un archivo de vídeos de seis segundos creados a través de la red social Vine.  


Como profesores, debemos de legitimar el corrillo, la plaza, empezar a trabajar por piezas y escribir con lápiz en vez de con boli (otra de las maravillosas metáforas de la sesión regalada por Tíscar), representar el conocimiento con un material que se pueda borrar, que de pie a la reinterpretación en vez de que con un material indeleble, permanente que solo posibilite la copia, el espejo, el examen y otros procesos bulímicos obsoletos. Gracias Antonio, Tíscar y César por contribuir desde el contenido y el formato, pero definitivamente desde vuestras vidas como docentes apasionados y felices a desarrollar acciones de formación del profesorado que nos empoderen como agentes de cambio. 


2 comentarios:

Angel dijo...

¿Y yo qué puedo hacer para asistir a la próxima? Desde que me leí rEDUvolution han cambiado varias cosas en mi clase. Pero me falta tanto...

Mike dijo...

¡Qué grande es Antonio! fue mi profesor en MEDEA y comparto sus inquietudes. Es un gran orador.

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