Hay pocas veces en la vida
en las que encuentras justo lo que estabas buscando y esta semana parece que ha
sido una de ellas. María, una de las estudiantes con las que he compartido
asignatura el cuatrimestre pasado, dejo en mi muro de Facebook una de las TEDtalks incluidas dentro de la
categoría Re-imagining school, doce
charlas en la que los conferenciantes hablan sobre como llevar a la práctica la
revolución educativa.
Edifico de Artes de la Universidad de Maine |
Una de las speakers es Liz
Coleman, directora de Bennington College
uno de los Liberal Art Colleges (LACS) más importantes de los EEUU y quien
precisamente aborda en la charla cómo los
valores en los que los LACS fueron fundados han desaparecido de estas
instituciones en la actualidad. Liz Colemman explica de manera impecable
como repensar la posición educativa que sustentaba su institución, la llevó a
cambiar por completo la organización y las metodologías del centro así como la
recuperación del pensamiento crítico como una de las características centrales
de la enseñanza. De entre todo su discurso, una frase emergió como una flecha
hasta mi cerebro cuando Coleman explica que una de las transformaciones que acometieron
en Bennington fue la de dejar de
considerar las asignaturas como temas de estudio para pasar a entenderlas como
marcos de acción. Esta frase representa de manera maravillosa lo que para
mi significa aprender: aprender no consiste en estudiar para aprobar un examen,
aprender significa generar conocimiento para transformar la realidad, para
actuar, para evolucionar, para desencajar, para oscilar. Creo que esta frase explicita
a la perfección lo que significa pasar del simulacro a la experiencia, una
experiencia que no tiene sentido sin repercusión social ya que el aprendizaje
tiene que servir para algo, tiene que anclarse en el exterior y
cambiar de alguna manera las desventajas políticas que nos rodean.
Justo después de escuchar la maravillosa charla de Coleman, ayer participé en la reunión anual de los educadores de arte de la región de Maine que tuvo lugar en Universidad de Maine en Orono, coordinada por Laurie Hiks, una de las profesionales de Norte América que más se acerca a mi visión posmodera de la educación artística, especialmente preocupada en problemas de género y directora de la revista más prestigiosa del sector Studies in Art Education.
Interior edificio Artes Universidad de Maine |
Kelly Hrenko y Mihku Paul |
La integración de los
nativos americanos en el sistema escolar formal es uno de los problemas mas controvertidos
dentro de la sociedad estadounidense y especialmente de los estados en los que
existen reservas como es el caso de Maine. Y es un problema que además de
controvertido es invisible por que a nadie le preocupa la educación de esta
parte de la población que no hace sino recordar a los actuales pobladores los
terribles sabores de la colonización siendo mejor mirar a otro lado para que el
espejo no refleje la imagen de un genocidio lavado por John Wayne. Pero resulta
que profesionales de la educación artística como Hrenko y Paul se enfrentan al problema desde la educación llevando
a práctica la frase de Coleman, dejando
de considerar las asignaturas como temas de estudio para acometerlas como
marcos de acción, en este caso de profunda acción política.
Con Laurie Hiks (en el centro)y el equipo de organizadoras del evento |
El proyecto que han
llevado a cabo en la reserva de Anishinabe
en Minnessota, pretende reconectar nociones como espacio, cultura e identidad
desarrollando acciones en las que todos los estudiantes experimentan la cultura Ojibwe como parte de su
contexto cotidiano. En una segunda etapa, el proyecto tuvo lugar con la nación Wabanaki a través de la resignificación
del paisaje y la idea de que la topografía puede entenderse como portadora de
significado en un intento por demostrar que las artes visuales de los nativos
americanos van mucho más allá de hacer cestas. El trabajo de estas dos docentes
se centra en cómo des-occidentalizar nuestra concepción de las artes visuales para
afrontar el trabajo con una producción
cultural que desafía nuestros conceptos. De lo oral a lo escrito, de la experiencia
al objeto, de la pérdida geográfica a la pérdida cultural, del lenguaje (y de
todo lo que el lenguaje conlleva), el trabajo de Hrenko y Paul me da
fuerzas para seguir luchando por valores e ideas que aparentemente parecen
perdidos pero que pueden transformarse en fuerzas poderosas a través de una educación
regenerativa y posibilitadora.
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