El pasado miércoles 21
presentamos en el museo Thyssen mi último libro que se titula “El aprendizaje de lo inesperado” y que
comparto con dos autoras más. Como
comenté en la charla que di, este es un libro fruto del amor y, tal y como vi que
ocurría durante y después de la charla, el amor sigue fluyendo tras la lectura del
libro. Pero nada como empezar con un poco de historia. La obra de Elizabeth Ellsworth aparece en mi vida
en 2008 cuando Carla Padró me
recomienda la lectura de Posiciones
en la enseñanza, la obra seminal que Elizabeth escribe en 1997 y se publica en
España en el 2005. A partir de la revolución que la lectura de este libro produjo
en mi vida, se concatenan una serie de acciones hasta que en 2010 Carla, Ana Moreno (coordinadora del departamento de educación del Thyssen) y yo programamos un
seminario e invitamos a Elizabeth a venir a Madrid y Barcelona.
Es entonces
cuando aparece la quinta protagonista de esta historia de amor, Pía Paraja (editora de la editorial
Catarata) quien nos propone editar una conversación entre Elizabeth y yo que diseña
y teje Carla. Un año después de esa conversación aparece el libro cuya presentación fue la semana pasada.
Todo estaba preparado con
amor y Carla vendría desde Barcelona. Pero un virus se cruzó en nuestro camino
y la retuvo fiebrosa y constipada. Ante la premura del acontecimiento eché mano
de la imaginación y tuve suerte: mi tío, Santiago Acaso, que ha presentado
todos mis libros con notable éxito estaba libre y podía acudir.
A las siete en punto
empezamos. Después de que Ana presentara el acto, me tocaba el turno y fue
entonces cuando levanté la vista y me di cuenta de que entre el público habían
aparecido varias Marías Acaso y varias Elizabeth Ellsworth: los estudiantes con
los que comparto el proyecto Esto No Es
Una Clase convirtieron la presentación en una acción performativa por medio
de caretas con nuestras fotos (en
las que se leía “Esta no es María Acaso” y
“Esta no es Elizabeth Ellsworth” ) y por medio de aviones que llegaban a la mesa cada vez que se pronunciaba el término
“disruptivo” o “inesperado”.
Los estudiantes generaron una actividad sorpresiva,
independiente, creativa y crítica. De forma totalmente autónoma, decidieron
continuar reflexionando sobre los conceptos realidad y representación a través
de una arquitectura participativa en la que rompieron la barrera entre el
público y los conferenciantes. Sucumbió
el espacio, la estaticidad, la formalidad y el academicismo del acto
demostrando que no son solo los
destinatarios del edupunk sino que AHORA son también productores de acciones
disruptivas.
Tras una semana dura, llena de dudas, donde nos sentíamos atrapados por un sentimiento negativo, podemos decir que el rizoma de transformación se va multiplicando y que las altas dosis de reparto del poder están dando sus frutos: los estudiantes son independientes y, a partir de esta independencia, producen acontecimientos que dan muestras de su autotransformación.
Si esto fuese un examen les pondría un 10, pero como no lo
es, les mando un twitt: #gracias
1 comentarios:
Bueno que éxito. Es genial. Te deseo María unas felices fiestas y enhorabuena por lo que estáis despertando. Besos.
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