En
el año 2011 Alejandro Piscitelli (sí,
él una vez más) se quedó estupefacto cuando nos conocimos y supo que la única
tecnología de que disponía para conectarme con el mundo exterior era mi correo
electrónico. Por entonces yo no tenía Facebook, ni Twitter, ni por supuesto se
me ocurría escribir un blog. Cuando Alejandro se enteró de estas ausencias, me
miró fijamente y me dijo: “La suerte solo llama a quienes están conectados”,
así que desde esa misma tarde me creé mi perfil de FB, mi cuenta de Twitter y
un poco más tarde abrí mariaacaso.es
Las
redes sociales entraron en mi vida profesional y cambiaron muchas cosas, de las
que la más importante era, sin lugar a dudas, que mis estudiantes y yo éramos más listos y aprendíamos más. Esto
ocurría porque dichas redes introducían una serie de cambios sustanciales en
nuestro aprendizaje, siendo el primero de ellos que dichas redes potenciaban un
tipo de aprendizaje menos jerárquico ya que su propia estructura
rizomática, sin centro definido, desestructuraba la transmisión lineal y
vertical. Resultaba que, gracias a la información que la comunidad de
aprendizaje subía a FB, yo aprendía un montón de los alumnos, los alumnos entre
ellos y todos nosotros de personas que no conocíamos y cuya información
remezclábamos. Además, era especialmente rico el conocimiento que generábamos a
través de contenidos considerados como no académicos (vídeo clip, series
y todo aquello incluido dentro del concepto de baja cultura) y que además llegaba hasta nosotros desde
formatos audiovisuales.
Otra
de las grandes ventajas que posibilitó esta incorporación fue la rotura
espacio temporal: de repente
podíamos aprender en todas partes y a cualquier hora. El aula se expandía
redefiniendo el concepto lugar y el concepto tiempo y,
fundamentalmente gracias a Twitter, compartíamos lo que estaba pasando dentro
de las cuatro paredes con aquellas y aquellos que estaban en el exterior
anulando la privacidad de la matrícula. Y además, resultaba que nos
divertíamos más: las redes sociales hacían que nos conociésemos,
paradójicamente, de manera más profunda, que lo biográfico se colase en la
experiencia y que los afectos y el humor fuesen una constante en nuestros
contactos, tanto virtuales como presenciales.
Todos
estos temas son los que trabajamos el pasado sábado 22 de Febrero en la sesión
número tres de la Escuela de Educación Disruptiva de Fundación Telefónica, que, tal y como
ocurrió con la sesión anterior y el uso de los dispositivos móviles como
herramientas de producción, versó sobre herramientas que tienen vetado su uso
en el aula y al mismo tiempo desarrollan una presencia cada vez mayor en el
mundo exterior. Nuestro interés era debatir cómo el uso de Twitter, FB,
Linkedin, Tuenti, blogs, wikis, Delicious, Pinterest, Vine, pueden transformar el aula en un lugar más
democrático, más visual, expandido y más emocionante. Para ello
contamos con tres profesionales de la educación apasionados de la rEDUvolution y de las posibilidades de cambiar el formato, entre otras cosas, a través
de las redes sociales.
El
primero de ellos fue César Poyatos que, como él mismo aclaró al
principio de su participación, trabaja en el Planeta ESO. Tras la breve
presentación de apertura de la sesión, César explicó a la audiencia cómo había
diseñado una serie de detonantes
(agitadores mentales diseñados por David Perkins del Proyecto Zero) para que se
desarrollasen a lo largo de la sesión. El primero de ellos tenía por nombre
“Tres dos uno puente” y consiste en una dinámica en la que hay que pensar tres
ideas, dos preguntas y una imagen que compartes con quienes tienes al
lado….
Tras
este primer detonante comenzó la charla de Antonio Rodríguez de las Heras
(www.ardelash.es) catedrático de Cultura Digital en la Universidad Carlos III de Madrid y uno de los comunicadores
más maravillosos que he tenido la suerte de disfrutar en mi vida. Antonio, como
no podía ser de otra manera, comenzó con una metáfora de inicio que sacudió
nuestras cabezas: la megalópolis, un lugar donde los habitantes derriban los
edificios para crear plazas en las que relacionarse de una manera diferente: creando corrillos. La plaza que describía Antonio era una plaza llena
de rumores y sin atriles ni púlpitos, una plaza donde la clave es la circularidad de los corrillos,
su flujo horizontal, el placer de la charla. Son círculos pequeños que
animan al trasiego: la gente entra, se va a otro corillo, vuelve mientras la
comunicación fluye.
Las
redes sociales son, según Antonio, los
lugares desde donde estamos reinterpretando la oralidad contemporánea,
donde estamos dando nuevos usos a la información de carácter efímero ya que
actuamos en ellas de la misma manera que como actuamos cuando hablamos. Son
lugares donde lo fundamental es
retuitear, que haya eco, donde el sentido se logra cuando repetimos y donde
esa reapropiación, por parte de los demás de la información generada por uno
mismo, se entiende como un éxito y no como un plagio.
De
la plaza, Antonio continuó hasta la pieza, desarrollando otra
metáfora maravillosa al poetizar sobre la
diferencia que existe entre el fragmento y la pieza: mientras que los
fragmentos son trozos de información que solo se pueden recomponer hasta volver
a montar una estructura dada, las piezas son pedazos que pueden dan lugar a una
estructura nueva. Mientras que quien trabaja por fragmentos tiene en mente la imposibilidad de que se genere
información distinta a la suya, quien trabaja por piezas lo que quiere es que los receptores sean capaces de
transformar dicha información en otra diferente. De manera muy similar a como
comentan Deleuze y Guattari, la pieza no tiene “general”:
“El
rizoma procede por variación, expansión, conquista, captura, inyección.
Contrariamente al grafismo, al dibujo o a la fotografía, contrariamente a los
calcos, el rizoma está relacionado con un mapa que debe de ser producido, construido,
siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con múltiples entradas
y salidas, con sus líneas de fuga. Contrariamente a los sistemas centrados
(incluso policentrados) de comunicación jerárquica y de uniones
preestablecidas, el rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no
significante, sin General, sin memoria organizadora o autómata central,
definido únicamente por una circulación de estados” (Deleuze y Guattari,
2008:49).
Mientras
que la educación tradicional, fuertemente anclada en el paradigma del texto
escrito y del examen, trabaja con la idea de fragmento, como si la información
fuese una adivinanza que tiene que recomponer el estudiante, en la educación disruptiva trabajamos desde de la idea de pieza a partir de la
cual creamos piezas más grandes. El fragmento implica una condena,
la imposibilidad de recombinar. Quien trabaja por fragmentos desea un reflejo
de su discurso; quien trabaja por piezas lo que desea no es solo la
reapropiación de su discurso, sino la
transformación de su discurso en el discurso del otro, con toda la riqueza
de la singularidad, la creatividad y la remezcla que este proceso
conlleva.
Tras la participación de Antonio y el segundo
detonante diseñado por César, llegó Tíscar Lara (http://www.slideshare.net/tiscar/educacin-disruptiva-y-redes-sociales) para establecer una nueva metáfora y edificar
las conexiones entre las redes
digitales y las redes humanas. Comenzó conectando las redes sociales
con el concepto intraemprendimiento y la figura del docente in-prendedor, ese docente que, en vez de quejarse, hackea el aula y miente al inspector,
genera sus propios materiales y se entiende como coach, DJ y community
manager. Tíscar hizo hincapié en uno de los problemas educativos más graves
de entre los que nos rodean, la ausencia de formación del profesorado válida
para estos docentes que quieren hacer la #rEDUvolution y cómo entonces, muchos de ellos crean redes de conocimiento no institucionales y se agrupan en
organizaciones como AULAblog,
desde donde generan e intercambian de manera libre sus propios contenidos,
herramientas y metodologías. Tíscar nos habló de profesores edupunk y edupop
que trabajan por PBL (Project
Based Learning y Problem Based Learning), docentes que transforman las
asignaturas en proyectos viviendo la docencia como un desafío
efervescente.
Tras
la comida, le llegó el turno al Taller de Conocimiento Rizomático
diseñado por César quien en esta segunda parte del día, tuvo tiempo para
contarnos algo más de su biografía http://prezi.com/cjxoqxhjornx/educacion-disruptiva/. Lo más interesante de su trabajo es que
ilustra en la práctica todas las ideas de Tíscar y el decálogo completo de la
#rEDUvolution: es un profesor
in-prendedor, súper motivado y apasionado, que concibe cada curso como un
proyecto donde sus estudiantes se sitúan al mismo nivel que él. Mediante la
Ecogymcana pasando por Physics on the go o QR-elements,
los usos de la tecnología en la docencia de César se vuelven vivos entendiendo
la información como piezas, como cuando sus estudiantes deciden hacer un viaje
y la guía de la ciudad a la que se dirigen la convierten en una aplicación creada
por ellos mismos.
El
taller nos posibilitó aprender desde el
formato, desde la arquitectura de transmisión diseñada por César en la
que todos los participantes nos dividimos en grupos y transformamos en piezas más grandes las piezas pequeñas recogidas a lo
largo de la sesión. Terminó el día con un debate generado a partir de las
preguntas más votadas en el taller (¿Cómo afrontar la infoxicación?), así como
con un escaparate de los vines realizados por Clara Megías,
entendidos como un archivo de vídeos de seis segundos creados a través de la
red social Vine.
Como profesores, debemos de legitimar el corrillo,
la plaza, empezar a trabajar por piezas y escribir con lápiz
en vez de con boli (otra de las maravillosas metáforas de la sesión
regalada por Tíscar), representar el
conocimiento con un material que se pueda borrar, que de pie a la
reinterpretación en vez de que con un material indeleble, permanente que
solo posibilite la copia, el espejo, el examen y otros procesos bulímicos
obsoletos. Gracias Antonio, Tíscar y César por contribuir desde el contenido y
el formato, pero definitivamente desde vuestras vidas como docentes apasionados
y felices a desarrollar acciones de formación del profesorado que nos empoderen
como agentes de cambio.
2 comentarios:
¿Y yo qué puedo hacer para asistir a la próxima? Desde que me leí rEDUvolution han cambiado varias cosas en mi clase. Pero me falta tanto...
¡Qué grande es Antonio! fue mi profesor en MEDEA y comparto sus inquietudes. Es un gran orador.
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