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2012 Volcanes, junglas tupidas y cataratas: hacia una pedagogía de la fertilidad


Competir, en muchos de los casos, nos lleva a la esterilidad. El trabajo aislado, secretista y desconfiado solo produce desconsuelo. En cambio, cuando trabajamos de forma colaborativa, en red, cuando de cada trozo del rizoma brota uno nuevo (“Cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro y debe serlo.” Deleuze y Guattari) es cuando se produce la fertilidad, cuando el conocimiento nos atraviesa como una flecha y somos capaces de transformar aquello que necesita ser transformado.
Llevo casi una semana en Costa Rica y no tengo más que pruebas a mi alrededor de la fertilidad del trabajo en red y la potencia con la que surgen los deseos cuando son compartidos. He venido a este país invitada por la Escuela de Artes de la Universidad Nacional (UNA) para desarrollar el #LEAD o Laboratorio de Educación Artística Disruptiva que ha sido organizado de forma impecable por el profesor José Montero. Dividido en tres sesiones (rEDUvolution, paraguas disruptivos y placentas…) el laboratorio ha consistido en un proceso de investigación sobre el contenido y los formatos que necesitamos HOY para el desarrollo de una educación artística contemporánea.

Empezó el día con una toma de decisión consciente: ¿somos artistas o somos profesores? Para pasar a plantearnos los problemas que afectan a la pedagogía desde fuera (el hiperdesarrollo del lenguaje visual, la espectacularización y el hipercosnsumo) y desde dentro (educación bulímica, aburrimiento, pedagogía tóxica). De manera que representamos tanto la idea de toxicidad como la alternativa que estamos buscando utilizando el arte contemporáneo como formato, mediante una instalación realizada con los libros que trajeron los participantes. Tras las herramientas visibles, analizamos las invisibles, y para visualizar los deseos pedagógicos que nos consumen, realizamos un enorme mural donde representamos aquello que deseamos con objetos cercanos: las gafas que sirven para ver, el agua que significa lo fluido, las tijeras para cortar con el aburrimiento…



El segundo día, un trozo de tela nos sirvió para trabajar sobre las diferencias entre posmodernidad y modernidad en un encuentro con las principales líneas metodológicas de una educación artística contemporánea: educación artística posmoderna, para la cultura visual y crítica, edupunk y pedagogías regenerativas. Tras la comida debatimos sobre aquello que se había iniciado el día anterior y representamos las artes visuales y la educación mediante dos instalaciones gigantes de colores opuestos que, en un principio, permanecieron asiladas y separadas por una barrera hasta que alguien inició el proceso de aproximación que tanto necesitamos para encontrar más similitudes que diferencias entre artistas y profesores. 

Y llegamos al tercer día donde analizamos los pasos del método Placenta y realizamos un cata de platos típicos que nos sirvió de metáfora sobre la evaluación. Cada uno de nosotros tuvo que evaluar el plato de los demás según un criterio propio y poner notas del 1 al 10. Quedó claro lo personal de los criterios, la subjetividad de las decisiones y lo absurdo de la evaluación.

Tras el seminario, tuvo lugar la charla ¿Pero existieron alguna vez las Torres Gemelas? donde, en este caso con estudiantes de otras especialidades, defendí la importancia de asignaturas relacionadas con la educación en las facultades de Bellas Artes y cómo y por qué hay que suprimir la idea de que ser profesor es una labor inferior a ser artista, algo por desgracia muy extendido entre los propios docentes….

Por último, ayer viernes, mi cuerpo creció y de mí brotó un nuevo rizoma. Como si de una planta bulbosa yo misma me tratara, no se inició sino que se continuó un proceso de cambio a través de la creación del colectivo que continuará luchando por el cambio en la educación artística en la UNA. En el césped, con los pies descalzos y varios insectos perforando nuestra piel, representamos físicamente el rizoma que construimos mentalmente. Fue una experiencia empoderadora. 

Me siento feliz de haber dado lo que no tenía ("Educar es como dar lo que no tengo." E. Ellsworth) porque todo lo que ocurrió, lo que emergió, lo que sucedió, ya estaba aquí. Quizás yo vine a catalizar una lava que estaba dentro del volcán y que solo tuvo que ser prendida. Como una catarata, el conocimiento fluyó para transformar todo aquello que la educación artística debe convertir en otra cosa. Esta es la verdadera pedagogía, la pedagogía de la fertilidad, de la generación y de la abundancia. 

Gracias