Hace ya tres años se
instaló una obsesión en mi cerebro, una obsesión que va mucho mas allá de la educación disruptiva o del edupunk, una obsesión que compruebo día
a día cómo funciona y cómo empodera: es la obsesión por romper el formato, especialmente por romper el formato de la
lección magistral. El culpable de todo esto no es otro que Alejandro Piscitelli quien, desde que le conocí en 2011, me repitió
hasta la saciedad que “Las energías deben estar puestas no solo en lo que vamos
a transmitir sino en la arquitectura de su transmisión”. En mi cabeza resuena
desde entonces la realidad de que yo no trabajaba
a la manera de las teorías que estaba enseñando y mi forma de dar clase era
ante todo paradójica: ahí estaba defendiendo la pedagogía crítica como
contenido mediante un formato de transmisión vertical, unidireccional y monológico.
Desde entonces, una de mis
mayores preocupaciones como no/docente ha sido entender mis clases y mis
charlas como entornos de inmersión y participación donde intento crear una comunidad
desde donde se generen flujos de conocimiento rizomático. Pero, que esté
obsesionada con romper el formato no quiere decir que no me cueste hacerlo,
porque resulta una evidencia que hacerlo no solo necesita de más tiempo, más
materiales, más esfuerzo…, sino que necesita más valor. Establece en mi rutina
la duda, el miedo hacia lo inesperado, esa sensación de descontrol, esa incomodidad de no saber si me tomarán
en serio….
A principios de curso
recibí la invitación del Máster en
Gestión Cultural de la Carlos III para impartir una sesión dentro del módulo
de Difusión, coordinado por Susana Gómez
San Segundo, en el que se introducía como innovación interna un apartado
dedicado en exclusiva a la educación. En este caso, tuve el placer de compartir
la experiencia con Javier Laporta,
uno de los profesionales que conozco más preocupados por el ámbito educativo,
que ha coordinado en los últimos años las actividades de mediación de Matadero Madrid, que en estos momentos
continúa haciendo lo mismo en MediaLab
Prado y que es miembro activo del colectivo Pedagogías Invisibles. Inmediatamente después de saber que en la
sesión participaríamos uno detrás del otro, decidimos hacerlo de manera
conjunta, así que mi preocupación por romper el formato se convirtió en la suya
y tuvimos varias reuniones preparatorias que, como no puede ser de otra manera
con Javier, se convirtieron en un placer.
Nuestra principal
preocupación con respecto a los contenidos se centró en la idea del gestor cultural como agente político y
en reivindicar la necesidad de convertir
la educación en la columna vertebral de la gestión cultural cuando, hoy es el día en lo educativo se continúa
entendiendo como un servicio, como una actividad periférica en muchos casos naif, dentro de las instituciones culturales.
Por esta razón, comenzamos a romper el formato desde la selección del título y
decidimos llamar a la sesión Gestión cultural y educación: una historia
de amor. Desde la concepción de lo educativo como una actividad
periférica y aséptica invitamos a los futuros gestores a entenderlo como la
columna vertebral de su trabajo a partir de siete ejes:
- El gestor cultural como intelectual.
- La gestión cultural como acción política.
- La gestión cultural como microrrevoluciones cotidianas.
- El posicionamiento intelectual como elemento de base.
- La gestión como producción.
- La necesidad de investigar.
- La necesidad de archivar y visibilizar.
Una vez aclarados los
contenidos, lo siguiente fue preguntarnos cómo
romper el formato. Para empezar el espacio físico con el que contábamos (como
ocurre en el 99% de los casos) no invitaba a la participación: el imaginario del aula industrial está
fuertemente arraigado de manera que el mobiliario se ordenaba de manera escolar mientras que el atril y la
pantalla (en este caso doble) ocupaban una espacio ultra blanco, casi un
quirófano. Lo primero que hicimos fue quitar las mesas y organizar las sillas
en círculo, lo segundo habitar el espacio y dar color: mandarinas, chocolate, guirnaldas
rojas, plantas ultra verdes y paredes repletas, y por último un detonante espectacular (un
carrito de la compra que Javier, lejos de esconder, situó en paralelo al atril) todo esto consiguió desde
lo físico transformar los cuerpos, conectar las ideas y reproducir flujos flexibles en vez de silencios.
Para
continuar, desde el comienzo intentamos desterrar el simulacro (escuchar y tomar apuntes) y producir una experiencia transformadora, de manera
que comenzamos invitando a los participantes a diseñar un programa educativo
desde el que analizamos los siete ejes seleccionados. Entendiendo a los
estudiantes como sujetos de su propio aprendizaje en vez de cómo objetos de un
proceso que quizás solo llegase hasta la certificación, Javier y yo intentamos
aprender con ellos (no solo de ellos) y generar cuatro horas de investigación,
reflexión y producción. La arquitectura de transmisión, la narratividad y el
humor consiguieron que el amor se
colase más allá del título de la sesión.
Unas semanas más tarde, Essi Kaussalainen, artista finesa
participante de la última edición de El
Ranchito en Matadero Madrid, organizó el proyecto Interior Landscape en colaboración con el colegio Las Naciones y los estudiantes de 4º de
primaria. Essi es una productora cultural cuyo principal medio de trabajo son
las perfomances y cuya última trayectoria le está llevando a emigrar de
acciones en las que aparece ella sola a acciones en las que invita a otros
agentes a participar, niñas y niños principalmente. El proyecto que ha diseñado
en este caso se ha centrado en dos actividades: la primera realizada en el
colegio citado y la segunda en la Nave 16 de Matadero.
Durante la primera
actividad, Essi mostró su trabajo a los estudiantes al tiempo que explicaba los
fundamentos del arte contemporáneo y la perfomance haciendo especial hincapié en los significados imbricados en sus piezas
y que comunica mediante un conjunto de microdiscursos emitidos desde las
herramientas que seleccionadel lenguaje visual. Essi nos explicó cómo está
trabajando en colaboración con un biólogo preocupado por el tema de la comunicación
de las plantas y cómo una de sus últimas piezas tratan de reflexionar sobre
este mismo tema, pero desde el contexto de lo artístico en vez del contexto de
la ciencia. Para terminar este primer día, Essi invitó a los futuros performers
a reflexionar sobre cuáles son aquellas cosas sin las que es imposible
vivir, y tras apuntar cuidadosamente las respuestas, organizó el trabajo a
realizar antes de ir a Matadero en el que cada artista/niño tenía que realizar
una redacción sobre qué es y para qué sirve un paisaje.
Una semana después
llegamos a la Nave 16 con las
expectativas muy altas y, tras la explicación de las reglas del juego (no tocar
el trabajo de los otros residentes con los que compartíamos espacio y no
dañarnos unos a otros) Essi invitó a los niños y niñas a firmar su contrato como artistas. Tras esta toma de contacto, Essi
llegó con un enorme recipiente lleno de flores que los estudiantes recogieron
transformando su uso y prolongando sus cuerpos de forma vegetal, conformando
con las flores parte de su nuevo paisaje corporal. Tras la acción, nos sentamos
en círculo para reflexionar sobre lo que
había ocurrido y qué era lo que habíamos creado, secuencia en la que cada
participante explicó los elementos que conformaban su paisaje interior.
Una vez
más comprobamos como emigrar de la educación artística como manualidades a la Educación Artística como Vehículo de Conocimiento
(conocimiento, proceso y creatividad) es un paso maravilloso y empoderador, una
experiencia placentera que nos conecta con lo que ocurre en el mundo y nos hace
conocer y reflexionar críticamente desde las
artes visuales. Con respecto a la arquitectura de transmisión que utilizó Essi,
es importante señalar el hecho de que no
invitó a los estudiantes de Las Naciones para que fuesen objetos de un
perfomance realizado por ella, Essi les dio la oportunidad de transformarse en performers,
de ser ellos, y no ella, los sujetos de la acción.
De la misma manera que
Javier y yo intentamos que los estudiantes del Máster de Gestión Cultural
fuesen los agentes directos de su sesión en vez de receptores pasivos, Kausalainen
introdujo sus contenidos (arte contemporáneo, perfomance y paisaje interior)
mediante un proceso completamente participativo dando la vuelta a las
arquitecturas de transmisión tradicionales. Quedan muy lejos la toma de apuntes estéril y la manualidad yerma: nos
encontramos con la efervescencia, la remezcla creativa y el placer por conocer así
que, a pesar de los pesares, compruebo día a día los beneficios de mi obsesión.
Gracias Alejandro por invitarme a romper el formato.
Gracias Alejandro por invitarme a romper el formato.
5 comentarios:
Menudo post, Maria!
jajajajajaj!!! Gracias Jaume
Enhorabuena, realmente inspirador.
Me falta espacio y tiempo para comentar todo lo que este post y el blog en general me sugieren.
Un saludo y, por alusiones, una invitación a:
http://mafa-elanimalinvisible.blogspot.com.es/
Gracias por la atención y por las alternativas.
Magnífico, yo quiero un taller de estos, en mayo en Chile ;)
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