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2012 Cómo expandir la educación expandida: reflexionando sobre los usos del tiempo en la educación y la necesidad de aceptar que hay que desterrar los cierres en el aprendizaje



¿Cuando aprendemos? ¿Aprendemos de 9 a 16 cuando estamos en la escuela y dejamos de aprender de 17 a 21 cuando estamos en casa? ¿Aprendemos de 9 a 10 en la clase de matemáticas y luego dejamos de aprender de 12 a 13 cuando bajamos al recreo? ¿Aprendemos haciendo una redacción para la clase de lengua y no aprendemos cuando vamos al cine o pasamos largas horas practicando un vídeo juego? ¿Aprendemos solo en la escuela y no aprendemos ni en casa, ni en una fiesta ni en una playa cuando vamos de vacaciones? Realmente uno de los temas que como docentes tenemos que reflexionar es sobre los usos de los tiempos en la educación y la obsesión de las instituciones por legitimarse  afirmando que el aprendizaje solo sucede en sus los recintos formales.  
Por que, la realidad es que aprendemos en todas partes, en cualquier momento y en cualquier lugar y, lo que es mas paradójico, quizás aprendamos menos en las instituciones realizadas ex profeso para el aprendizaje mientras que aprendamos más en los tiempos y lugares llamados de ocio y que realmente son lugares y tiempos de disfrute, algo fundamental para que el aprendizaje suceda. La obsesión por los horarios en la escuela, en la universidad, en cualquier institución educativa contrasta por la relajación de los mismos en otras situaciones vitales: cuando quedamos con nuestros amigos en un bar, cuando damos un paseo, cuando nos tumbamos tranquilamente a escuchar música. En todas estas situaciones, sabemos cuando empieza la experiencia ya que debemos de reunirnos con otras personas, pero no sabemos cuando va a terminar y es precisamente esta flexibilidad, esta sensación tan agradable que nos produce no tener una hora determinada de cierre, lo que provoca que la situación se viva como algo elegido en vez de cómo algo impuesto, lo que provoca que nos sintamos libres en vez de que nos sintamos obligados, lo que provoca que lo sintamos como algo nuestro en vez de cómo algo de otros. 
Creo firmemente que hay que empezar a tomarse muy en serio este tema de los tiempos y empezar a trabajar con formatos mas orgánicos, dándonos cuenta de que el aprendizaje es un proceso expandido que no sabemos cuando empieza ni cuando acaba por que es un rizoma continuo en el que las actos educativos, formales o no, lo único que hacen es continuar fortaleciendo la expansión del rizoma. Por esta razón, desde la rEDUvolution impulsamos trabajar los tiempos bajo dos parámetros diferentes:
  • 1.     Transformando la dinámica de los tiempos cerrados hacia tempos más flexibles
  • 2.     Aceptando que el aprendizaje sucede en cualquier momento y, por lo tanto, en cualquier lugar

En las últimas vacaciones de semana santa y en el pasado domingo hemos experimentado varias situaciones en las que hemos modificado los tiempos demostrando la potencialidad de la educación expandida. En primer lugar Julieta, Sol, Paz y yo nos fuimos una tarde a la orilla del mar para experimentar qué tal funcionaba el agua salada como soporte. Llevábamos ya varios días preguntándonos qué ocurriría al utilizar un soporte en movimiento en vez de uno estático para transmitir ideas, así que cogimos diferentes materiales y nos fuimos, sin hora de salida ni hora de regreso, hasta el Playazo. Antes de salir, pensamos en los conceptos que queríamos transmitir, Sol eligió el apocalipsis, Julieta la culpa y Paz el concepto perrito. Estuvimos experimentando bastante tiempo con los diferentes materiales que habíamos llevado y que permanecían un segundo tal y como queríamos para desvanecerse rápidamente al ser arrastrados por la corriente. Julieta eligió un limón para representar la culpa, por que la culpa es amarga, y casi sin darnos cuenta se hizo de noche.
Poco después tuvo lugar la fiesta de cumpleaños de Sol, con hora de llegada pero sin hora de salida, la celebración se convirtió en todo un proceso de aprendizaje gracias a Marc, Julieta y Andreu que construyeron una arquitectura del evento basada en el pensamiento crítico. Organizada en cinco fases, los participantes tuvieron que dibujar enigmas, inventar rimas y esquivar calamares gigantes para, al trabajar en equipo conseguir un cofre lleno de libros. El tiempo pasó de tal manera que nadie quería irse y la reunión se prolongó hasta las 11 de la noche.
Para terminar, Monseoir Voyage nos invitó a realizar el Taller de Libros Mutantes que se organizaba en Madrid para celebrar el Día de los Libros. El proceso del taller consistió en trabajar con unas cajas de cartón impresas con lomos de libros para generar una librería gigante y repensar que significan los libros en nuestras vidas, esos libros máquina que potencian nuestro conocimiento hasta sus límites.  
Estos tres lugares, la orilla, la fiesta y la biblioteca, son lugares donde se produce conocimiento, donde suceden pequeños actos políticos, donde suceden micro revoluciones que transforman el mundo. El aprendizaje no es una mercancía estabulada que, como las sesiones del dentista, ocurre SOLO de tal a tal hora, es un proceso sin principio ni final que no sabe qué es el tiempo. Justo ahí, en ese momento suspendido, es cuando sucede.


2012 ESTOY artista: reflexiones sobre la necesidad de erradicar YA las divisiones entre los campos profesionales y por lo tanto, sus denominaciones


Hoy me he levantado y he sido ARTISTA, porque cuando escribo o cuando diseño una clase es la etiqueta más cercana que encuentro para definir lo que estoy haciendo. Pero a la media hora he sido EDUCADORA y luego, cuando me he hecho unas tostadas he sido COCINERA y luego CHOFERESA y luego PASEANTE, así que he sido cinco cosas distintas en el mismo día. Este párrafo de inicio tiene que ver con lo que me gustaría compartir hoy y con los dos eventos en los que he participado esta semana y que tienen como rasgo común la reflexión de que el lenguaje que utilizamos tanto en el terreno del arte como el de la educación ya no nos sirve puesto que nos lleva a categorías obsoletas.

El miércoles Pedagogías Invisibes nos configuramos por razones prácticas en asociación, momento que coincidió con la inauguración del espacio que nos ha cedido El Ranchito para desarrollar nuestro trabajo a medio camino del arte y de la educación. Mediante una acción metafórica llamada “Conquistando el Ranchito” firmamos las actas y habitamos el espacio. Ya en este evento al principio de la semana surgió la duda: ¿nos definimos como artistas o como educadores? Como si no fuese posible definirse mediante las dos cosas. 

El jueves por la tarde fui invitada junto con los noestudiantes del MESO (Master de Educación Secundaria Obligatoria) a BigMac, el espacio de trabajo organizado por los estudiantes del MAC (Master en Arte y Creación) de la Facultad de BBAA de la UCM. Allí coincidí con otros componentes del panorama artístico actual: el colectivo de comisarios digitales NowwwH, el comisario independiente Iván López Munuera, Alejandro Simón, artista y uno de los coordinadores de BigMac y Aurora Fernández Polanco profesora también de dicha facultad. 

El debate que se abrió me pareció super interesante y tuvo que ver con la problemática de las tensiones entre artistas y educadores. La realidad que yo denunciaba y que creo que, por mucho que asistamos a un momento de giro educativo en las artes visuales, sigue funcionando es que los profesores seguimos minusvalorados frente a la figura de los artistas. Sin meterme a elucubrar sobre las razones de esta realidad (debido a que el tema excedería el espacio de este post) creo sinceramente que artistas y educadores tenemos más cosas en común que cosas que nos separan: ambos trabajamos con el conocimiento (la obra de arte o el contenido de una clase), necesitamos interlocutores (público o alumnos), necesitamos un contexto legitimador (escuela etc. o museo etc.) y tenemos que ser creativos. También creo que es muy similar la figura del comisario y la del profesor ya que un profesor está comisariando cuando elije los contenidos de su clase así como el orden de su discurso. Todo esto nos llevó a definir como obsoletos los términos artista y profesor de manera que Iván López Munuera propuso hablar de agentes. Conectando su idea con las coordenadas de la filosofía queer, mi propuesta fue la de dejar de hablar de ser artistas o profesores y empezar a decir “estoy artista” o “estoy profesora”.  

Hay que suprimir las categorías estancas y crear nuevos usos y denominaciones para los espacios profesionales interdisciplinares que estamos creando en este momento bisagra en el que la educación artística del siglo XIX tiene que convivir con la educación artística del siglo XXI, así que como el término eduartista todavía no está consensuado prefiero cambiar ser por estar

ahora ESTOY educadora, pero ¿que estaré dentro de media hora?

2012: slow education o la importancia que tiene darle tiempo al proceso





Un año no es más que parte de un proceso más largo que no es otro sino nuestro proyecto de vida. Una parte en la que muchas veces nos olvidamos de darle tiempo al proceso para que lleguemos a los resultados que nos proponemos o simplemente para que 


lleguemos contentos. La sociedad capitalista en la que vivimos nos obliga a olvidar este hecho (lo importante que es darle tiempo al proceso) y nos condena a dinámicas de ansiedad donde la inminencia se cotidianiza. Una de las metas que me he fijado para este año que empieza es el desarrollo de lo que podríamos llamar slow education: la conciencia de ralentizar los tiempos, los formatos y los sistemas de evaluación en favor de procesos de enseñanza y aprendizaje tranquilos.  Además de fomentarla desde las instituciones, la slow education es muy importante fomentarla en familia para experimentar juntos momentos ajenos a la  crispación y al enfado. Así que para cerrar el 2011 y empezar el 2012 hemos organizado un TIF (Talleres Inesperados en Familia) basado en la idea de lo slow, como las buenas paellas.

El taller comenzó el día anterior a su implementación, cuando salimos a dar un paseo y elegir una buena pita, esas plantas carnosas típicas de lugares desérticos. La pita debía de ser grande, estar exenta así como rodeada de un paisaje inspirador. Dedicamos bastante tiempo hasta que dimos con la planta que necesitábamos. Esa misma noche, contamos cuántas personas participarían en el taller y nos dedicamos a recortar diez trozos de papel para cada una de ellas. Tardamos mas de una hora en realizar esta actividad en la que acabamos por organizar una cadena. Cuando calculamos que las dos familias vecinas habían llegado, distribuimos los papeles en cada casa. 

Al día siguiente, después de desayunar tranquilamente, cada participante escribió en los diez trozos de papel un deseo para el 2012: quienes no sabían o no querían escribir hicieron dibujos; hubo quien tuvo deseos políticos y quien los tuvo gastronómicos; hubo quien los tuvo filosóficos y quien los tuvo prácticos. En cualquier caso, todos nos tomamos nuestro tiempo, porque desear es algo muy importante. Tras escribir los deseos, cada uno de nosotros eligió un recipiente adecuado para por fin salir ir en peregrinación hasta la pita elegida y colgar los 111 deseos mientras los leíamos.

Resultó el taller mas largo y relajante que jamás habíamos hecho: comprobamos cómo, haciendo las cosas despacio, la conversación fluía, la creatividad se multiplicaba y el aprendizaje ocurría al tiempo que íbamos aprendiendo que los proyectos artísticos necesitan planificación, que las cosas cuando salen bien es porque llevan mucho trabajo debajo. Hacer las cosas despacio resulta una actividad política y enseñarles a nuestros hijos (o a nuestros padres o a nuestros alumnos) que hay que hacer las cosas despacio, convierte nuestra práctica en una actividad rEDUvolucionaria. 




Bienvenidos a un 2012…..SLOW